"Despertate que ya llegamos", por un momento sentí que todavía no había despertado, a través de la ventana del auto pude ver una enorme piedra, de unos 20 mts de altura y a su lado una pequeña cabaña, rustica, despintada, descuidada. Cuando logre despertarme por completo y bajarme del auto, me recibió una anciana, de unos 76 años de edad aproximada mente, con su cabellera larga y blanca, su piel arrugada, marcada por el tiempo. Buenos días, soy Asuncion me dijo, pasen que estoy cocinado un guisito de arroz. Entre en la cabaña y mi atención se desvió hacia los elementos que estaban dentro de ella, o mejor dicho, a la falta de ellos, vivía de forma muy precaria, sin televisor, sin radio, sin electricidad, sin gas, sin agua potable. Mientras comíamos el guiso de arroz, ella nos contó que hacia 8 años que estaba sola, debido a la defunción de su marido y que había estado sola desde ese momento.Nos siguió contando sobre su vida, yo miraba asombrado, no pude contenerme y pregunte porque no tenia las cosas que yo tenia en mi hogar, cosas tan básicas, pero tan útiles, ella me dijo "a veces es necesario desacerse de lo innecesario para poder centrar la atención en las cosas que realmente importan". Mire asombrado e inmediata mente me puse a pensar en todas las cosas que yo poseía, cuan inútiles eran y como habían logrado volverse una parte fundamente en mi vida diaria.
Mi viejo salio con sus tramperos hacia el bosque, yo me quede conversando con Asuncion, pude comprender que los años le habían dotado de un conocimiento increíble y lo absorbí como una esponja. Hace muchos años que no la veo, espero que todavía se encuentre en esa cabaña descuidada, cocinando su guiso de arroz y tejiendo esas vestimentas de lana que abrigaban hasta al mas frío de los corazones.
