Era una noche mas como ninguna otra, llegaste con tus ganas de jugar,
tus ganas de fumar. Te acercaste a una de esas maquinas ruidosas con
muchos dibujos girando descontroladamente sin que llegaran nunca al
destino que vos deseabas.
Yo miraba atento desde el suelo, pude ver
cuando metías la moneda de tu vida. La maquina te trago, te envolvió.
Ahora el que giraba descontroladamente eras vos.
Te trago, te envolvió y te escupió en forma de miles de tarros de soretes en formol.