Estaba esta mañana, como todas las mañanas, detrás del mostrador
esperando que alguien entrara a comprar. Entro un señor, de unos 70 años
de edad aproximadamente, su nombre era Tito, Tito? le respondí pensando
que era un apodo, si, Tito me dijo, su cara estaba cansada, su tono de
voz también, compartimos un par de palabras, me dejo algo para arreglar y
se fue. Regresó a las dos horas, mientras le explicaba lo que debía
hacer para instalar el repuesto, me contaba que el estaba solo, que su
hijo había fallecido, estoy solo repitió nuevamente. Y fue ahí, justo en
ese momento, cuando vi que sus ojos se llenaron de lágrimas que entendí
que solo era una persona que necesitaba que la escucharan y yo solo era
una persona que necesitaba oírlo, que como el agua de sus ojos
necesitaba resbalarse por sus mejillas, mi corazón necesitaba sentir un
poco de su angustia, de compartir su dolor. Por unos momentos su
tristeza invadió mi cuerpo y no pude mirarlo a la cara, fueron dos
segundos que parecieron una eternidad.
Finalmente se despidió y
yo quede detrás del mostrador, sintiéndome el ser mas pequeño del mundo
pero con la alegría de saber que con solo escuchar, pude ayudarlo a
aliviar un poco su dolor.
Es el gran circulo que se cierra y hace que todo tenga significado. Escuchame, abrazame, acompañame a jugar.
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